Hoy por mí y mañana por ti…

Photo by Sarah Pflug from Burst

o como las relaciones pierden autenticidad y se convierten en un trueque

No. A veces no es nada fácil decir “No”, porque sabes que estás contrariando a una persona que te importa o a la que quieres, y no es tu intención hacerle daño con esta negativa. Y el impulso, casi auto reflejo, es decir: “bueno… va… hoy por ti y mañana por mí…”. Acaso no nos han repetido mil veces esta frase, tanto… que la hemos hecho nuestra. Y es que así hemos aprendimos a relacionarnos, complaciendo por “amor”… o por miedo… al abandono o al rechazo… Esto puede darse en todos los ámbitos: la pareja, la amistad o con nuestros familiares.

“Unas veces cede uno y otras, le toca al otro …”

Cuantas veces no hemos escuchado esto. En principio, este acuerdo podría parecer justo. Sin embargo, ceder lleva implícito una idea de renuncia o de sacrificio. Si estás haciendo algo, hoy, por otra persona sin que sea cien por cien lo que quieres hacer, de algún modo, estás dejando de serte fiel. Estás diciendo “sí” a lo que la otra persona quiere, para decirte “no” a ti, poniendo por delante sus prioridades o necesidades a las tuyas. Alguien podría decir “bueno… es que no siempre voy a mirar por mí, sino me convertiré en un egoísta de mier…” Más allá de que tendríamos que revisar qué es ser egoísta o qué es el amor propio y el respeto por uno mismo y por el otro, uno de los mayores problemas que le veo a este modo de relacionarnos es que carece de autenticidad y se convierte en un mero intercambio, porque lo quieras o no, en el futuro, esperarás que esa persona renuncie de algún modo a sí mismo para que cumpla con el pacto y te responda como tú lo hiciste en el pasado: no desde su propio deseo, sino desde la deuda que contrajo contigo. Si finalmente se mantiene fiel a sí mismo y no te complace, te sentirás herido y defraudado porque tú renunciaste a algo (a ti) por hacerle feliz, y entonces, aparecerá el resentimiento… y ahora, en tu cabeza, rondará esta otra frasesita…

“Es que con todo lo que yo he hecho por él… y mira como me lo paga…”

Todo esto, aunque común, convierte la relación en una especie de trueque: “tú me haces feliz si yo te hago feliz…” aunque eso conlleve silenciarme y anularme por momentos. Este tipo de relaciones no se basan en un profundo respeto por ti mismo ni por el otro.

Vivir relaciones fuera de esta dinámica conlleva un gran acto de madurez y sobretodo de responsabilidad. Tendrás que hacerte cargo de ti mismo, de tu felicidad, dejando de usar a los otros como bastones, sabiendo que no siempre te van a acompañar y que tienen todo el derecho del mundo a negarse, y esto no implica, necesariamente, que no te quieran o no se preocupen por ti, simplemente que en ese momento no le apetece o no están disponible. Y del mismo modo, también, te da la libertad de estar ahí, cuando realmente quieras estar, sin tener ninguna obligación “moral”.

Posiblemente, alguien pueda seguir pensando que esto es un modo egoísta de relacionarse, sin hacer nunca nada por nadie. Sin embargo, que la relación no se base en el trueque, no implica que no haya espacios y momentos donde el encuentro entre ambas personas no surja espontáneamente, sabiendo que ambas quieren estar justo en el sitio donde están, sin deudas de por medio; o que fruto del amor, no broten actos genuinos donde “das sin esperar” porque en ese dar, no solo le proporcionas felicidad al otro sino también a ti.

Por eso para mí no es “Hoy por ti y mañana por mí” sino “Hoy por mí y mañana por mí”, desde donde respeto no solo mi libertad a ser y a decidir sino también la tuya.

Scroll al inicio